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miércoles, 3 de junio de 2015

¿Dónde está el límite entre modelo y anorexia?

Lamento repetir con un tema tan a la orden del día. Pero hoy tenía la firme intención de estudiar (lo juro), y cuando menos me lo esperaba, me he puesto a mirar las novedades de Twitter. Estaba entretenida con el "scroll up" y el "Retweet" y tal y cual cuando he leído una publicación del medio BuzzFeed UK, rama del ahora titánico (y próximamente cotizado en Bolsa) imperio de la comunicación, el entretenimiento y básicamente cualquier tema puntero. El titular rezaba: "Yves Saint Laurent Advert Banned Over 'Unhealthily Underweight' Model", que en traducción libre sería algo así como "Anuncio de YSL prohibido por modelo 'enfermizamente delgada'". Por lo visto la Advertising Standards Authority, ASA para los entendidos, encuentra que el anuncio es "irresponsable", me atrevo a suponer debido al aspecto demasiado etéreo de la modelo que aparece en él. 
Sin embargo, profundizando un poco en el artículo de BuzzFeed, la ASA atribuye el aspecto huesudo (para nada casual) de la modelo a la posición de las luces usadas en la fotografía, así como a la postura de la modelo y al efecto en blanco y negro que se le ha dado a la campaña publicitaria, que ha aparecido en la revista ELLE. Una de las cosas graciosas de este incidente es que se sugieran semejantes excusas ante una fotografía que muestra lo evidente: la modelo es demasiado delgada, y las luces, el color y la postura poco más lo resaltan, pero no lo revelan, ya que se puede apreciar sin ningún problema. 
En la página web de la ASA se puede consultar este caso, y aparte de que ELLE ha manifestado que no tiene ningún comentario, la firma Yves Saint Laurent ha contestado que no está de acuerdo con la queja emitida a la organización, y que la modelo, a sus ojos, no está demasiado delgada. El anuncio ha sido sancionado en virtud del artículo 1.3 del Código de la Práctica de la Publicidad (traducido como CAP): "La publicidad debe emitirse o comunicarse con sentido de la responsabilidad hacia los consumidores y la sociedad". 

Personalmente creo que es enternecedor que Yves Saint Laurent reciba una llamadita de atención de parte de una autoridad, pero sirve lo mismo que los cálculos de la Pasarela Cibeles del IMC de las modelos (aquellas aspirantes que no superen un índice de masa corporal 18, el umbral del infrapeso, son vetadas de la pasarela). El mero hecho de que haya que recurrir a los números para comprobar que una modelo está "sana", cuando debería poder apreciarse a simple vista, o el hecho de que la mayoría superen el peso mínimo por los pelos, el hecho de que una percha humana que es envidiada por tantas personas sea objeto de controversia por, agárrense, su habilidad para ser una percha humana, es lo que resulta absurdo.
¿Quién marca el límite entre "esbelta y sofisticada" y "enferma y huesuda"? ¿Quién confiere ese poder? La ASA no, ya lo hemos comprobado con su tímida excusa para la queja sobre YSL. Me estoy dando cuenta que la respuesta es simple: la autoridad que dicta quién es gorda, quién es delgada y quién está enferma es la misma que publica a modelos cada vez más transparentes. Digo más, ni siquiera son sólo las modelos el problema: las actrices y las cantantes se hacen eco del mandato de oro para ser famosa: sé delgada. Ni siquiera "sé guapa", "ten curvas", "tienes que estar buena". Sé delgada, sé alta, sé plana, sé huesuda, y toda la ropa te sentará bien. Escotes vertiginosos, telas reveladoras como el terciopelo, el satén, la lycra..., los microconjuntos que muchas lucen en conciertos o entregas de premios, los pómulos afilados sin necesidad de contouring... Son promesas que se van cumpliendo a medida que pierdes kilos, como si fueras desbloqueando logros en un videojuego. Las malditas revistas que manejan el cotarro, ya sea Harper's Bazaar o la campechana Cuore, lo dicen explícitamente: "Qué te puedes poner según tu tipo de cuerpo", "Nosequé cantante se pega el batacazo al llevar tal modelito no apto para su figura", "Si tienes forma de pera, si tienes forma de reloj de arena, si tienes forma de...". 

A una le prohíben, literalmente, el uso de una prenda u otra por tener cierta complexión y figura. Ridiculizan a aquellas que se ponen la ropa que quieren ("atrévete a desafiar nuestras normas y sufrirás las consecuencias", en este caso la imagen pública de una celebridad), y a las idiotas de a pie nos salvan el culo proponiendo alternativas para disimular nuestro ídem. Al final les estamos agradecidas por decirnos exactamente dónde comprar para parecernos más a la imagen que promocionan, e inconscientemente acatamos la ley tácita que nos han impuesto. Si a una famosa le cae el chorreo en pleno ojo público, a las que leemos esas pamplinas nos lloverán las críticas en nuestra working class, como diría Carmen Lomana.
El límite entre la extrema delgadez y la liviandad moderna lo marcan, como siempre los menos indicados, y lo más gracioso es que les dejamos hacerlo. Las sanciones no bastan, ¿saben? Si una firma es abroncada por una autoridad publicitaria como puede ser la ASA, es tan sencillo como despedir a esa modelo y contratar a otra que pese tres kilos más para que su IMC supere ese mínimo imprescindible. O retocan la fotografía (o mejor dicho radiografía) para ocultar el esqueleto de Karlie Kloss, o pesan a la modelo y luego la ponen a dieta. Es una de las corrupciones más peligrosas que conozco. Algunos políticos palidecerían al lado de los titanes de la industria textil y sus reporteros. Es una corrupción psicológica que atenta contra la salud. Ahí nos merecemos un aplauso nosotras, las crédulas devoradoras de actualidad, que aprovechamos nuestra posición privilegiada y demostramos que somos imbéciles al hacer dietas nocivas para nuestra salud o caer en la antigua (y más en boga que nunca) práctica del trastorno alimentario. Si lo dice una madre, es cierto: "es un pecado dejarse comida en el plato cuando hay gente que se muere de hambre". Imagínese el pecado que supone no ponerse comida en el plato, directamente. 
El problema, lo sabemos, es de los emisores, los que tienen la sartén por el mango, y de los receptores, los que se atiborran de complejos estéticos. La pregunta también la conocemos: ¿qué se puede hacer para ponerle fin a la constante lucha de la moda y su estigma insalubre contra la sociedad? No he caído aún en la respuesta, pero les juro que aunque no se encuentre en este artículo, tampoco se encuentra en los instigadores del problema.
Si han leído coñazos similares de mi puño y letra antes, sabrán qué opinión me merece la moda y sus altos cargos (insisto: me apasiona la ropa pero detesto la moda). Miranda Priestly puede besarme el derrière, desde luego tiene superficie donde escoger.

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