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lunes, 26 de enero de 2015

Una entrevista que me gustaría que me hicieran.

Toda la vida he leído entrevistas. Me gusta devorar esos reportajes que retratan la vida de las famosas y famosos más cotizados del panorama internacional. Leyendo esas –admitámoslo- chorradas tan banales me siento más identificada con esas personas que, de otro modo, me costaría mucho trabajo relacionar con mi vida privada.
Es evidente que están hechas adrede por dos motivos: por un lado, benefician a la revista que las publica porque eso se vende mejor que una bolsa de hielo en medio del desierto de Tablas. Por otro lado, acercan al famoso entrevistado a la vida de la gente común, y eso nos gusta mucho a nosotros, los vulgares y corrientes.
Recientemente comencé a preguntarme cómo sería una entrevista hecha a una persona que no fuera famosa. Pero aún llegué más lejos; empecé a preguntarme qué clase de preguntas me gustaría que, a modo personal, me hicieran si se diera el caso. Y qué pensaría la gente al conocer un reportaje sobre una persona totalmente desconocida (que por otro lado, tendrá la misma conexión con el lector que cualquier celebridad).

Me encuentro en el salón de mi casa, cómodamente sentada en el suelo tomando una placentera taza de café con leche. No llevo esperando mucho rato, aunque me gusta llegar antes a las entrevistas. Enseguida llega ella, envuelta en una nube de cotidianidad y monotonía rutinaria. Sin embargo, hay algo que denota una actitud fuerte, inusual. Aún no la he descifrado, pero estoy segura de que lo conseguiré. Se acomoda, como yo, en el suelo de madera, y comenzamos con el tête-a-tête.
Pregunta: ¿Qué tal estás, Paz? Te veo bien, ¿has adelgazado?
Respuesta: (Ríe) No, Paz, lo sabes tan bien como yo, te pierde el helado.
P: Qué cierto es eso. Bueno, cuéntame: ¿quién firma tu blusa? ¿Italiana?
R: Oh, Paz, déjate de tonterías. Tanto tú como tú sabemos que a nadie le importa quién diseñó mi camiseta de menos de siete euros.  Vayamos a lo importante; aquí las preguntas las puede hacer cualquiera de las dos, así que pasemos de los rótulos. Paz, ¿consideras que has madurado desde que te trasladaste de instituto?
-Sí, lo cierto es que sí. Me han pasado muchísimas cosas malas desde que llegué, pero, pensándolo bien, de no haberlo pasado tan mal, no sería la persona que soy hoy. Además, he pasado por etapas muy buenas, yo creo que ahora mismo estoy en una de las mejores de mi vida. Aún me queda mucho por madurar, obviamente, pero veo las cosas con una perspectiva más relajada e inteligente que hace unos años. No digo que no se obtenga ninguna moraleja de la felicidad, pero sí digo que la tristeza proporciona un intensivo de madurez.
-¿Prefieres la calma del año pasado o el frenesí de este año?
-Estoy muy agobiada, con el instituto, todas mis extraescolares y lo que me queda para vida social, pero es gratificante no tener un solo segundo para descansar, porque valoro mucho más cada hueco que consigo.
-¿Dirías que este curso estás dando el cien por cien de tu rendimiento?
-En realidad no, pero lo cierto es que no me importa. Estoy haciendo lo que quiero, lo cual es mucho mejor que estar amargada intentando ser perfecta en todo. Por lo menos es la impresión que yo tengo.
-¿Qué tal tu vida amorosa, Paz? Hace meses que no sabemos nada de esa faceta de tu vida, ¿tienes alguna aventura secreta?
-(Se ríe un montón). No, no tengo absolutamente ninguna aventura, ni secreta ni púbica. En ese sentido mi vida no está únicamente muerta, sino que está amortajada y disecada. Es como un bonito perro de exposición.
-Vaya, impresiona observar lo bien que te lo tomas.
-Eso lo ves aquí ahora, pero es bastante duro ver a tus amigas evolucionar y progresar con sus respectivas parejas o proyectos de pareja, mientras que yo parezco estar estancada. Al menos tengo el gran apoyo de alguna que otra amiga soltera (y más sola que la una). A pesar de no tener novio, las ganas de hacerme con uno me van y vienen según el momento del día. Si ha sido una buena jornada y he estado mucho tiempo con mis amigas, se me olvida totalmente que las parejas existen. Si me ha pasado algo malo, o me siento poco atractiva, tonta, o sola, entonces sí me apetece tener a alguien que tenga que sentirse atraído por mí en cualquier ocasión.
-Ésa es una buena reflexión. Cambiando de tema, ¿consideras que te va mejor con los amigos que tienes ahora que con los amigos que tenías hace tres años?
-Oh, Dios sí. Hace tres años presumía de tener un extenso grupo de amigos y amigas, y algunos pequeños grupitos minoritarios. Hoy cuento con cuatro amigas auténticas, cinco si cuento a mi hermana. He tenido la buena suerte de enemistarme con mucha gente, con otras personas mantengo una cordial indiferencia, y con unas pocas he alcanzado una relación agradable pero superficial. Es increíble lo mucho que los amigos moldean el carácter de la gente; hoy en día mi personalidad es más o menos como era originalmente, y entonces era un recortable que pretendía imitar lo que pensaba que la gente quería.
-Luego se trata de una evolución, ¿no? Vas cambiando a mejor, madurando, por así decirlo. ¿Es como un viaje?
-‘Cagoenlaleche, no. Es decir, más o menos, pero menos cursi. Estoy tratando de encontrar lo que quiero, lo que se me da bien, y las cosas que me van a definir, como todo el mundo a mi edad, pero desconozco si estoy cambiando a mejor. Sé que estoy menos contenta, pero que soy más feliz.
-Profesionalmente, ¿qué proyectos podemos esperar de ti? ¿Tienes algo en mente?
-Sí y no; soy una chica que hace muchos castillos en el aire, pero me cuesta empezar, desarrollar y terminar un proyecto de calidad. Pero me estoy esforzando mucho por continuar con algunos planes: novela, estudios universitarios, idiomas, danza… Naturalmente no puedo hacerlo sola, porque soy tan vaga que enseguida pierdo la motivación. Me pongo pequeñas metas para sentirme realizada y motivada constantemente.
-¿Auguras buenos tiempos para ti y tus seres queridos?
-Obviamente eso espero, pero no sé si puedo vaticinarlos. Cabe desear que todo me salga bien, y a los que me rodean, pero no puedo asegurar que así será. Tampoco puedo forzar las cosas, es mejor permitir que todo siga su curso.
-¿Tienes algún consejo para tus seguidores, fans, lectores…?
-A ver, para tener un consejo así es necesario tener primero seguidores, fans o lectores, y no tengo nada de eso. Para las personas que sí me importan y a las que importo, siempre tengo los mismos consejos: no hay que tener miedo de ser diferente, al final las personas que realmente merecen la pena valorarán más a una persona auténtica, pero distinta, que a una persona extravagante de pega. Es necesario sentirse muy a gusto consigo mismo para desarrollar relaciones sanas con otras personas, y personalmente prefiero arrepentirme de lo que he hecho, en lugar de lo que no he hecho. Para terminar, la cultura y la inteligencia están infravaloradas últimamente, pero la belleza, la moda y los ídolos de masas envejecen,  mueren y desaparecen. Cultivar el conocimiento, los valores morales y los principios personales son mis prioridades.
-Siento insistir, pero, ¿dónde has comprado esa camiseta? Es divina.
-Muchas gracias, Paz, pero si no lo sabes tú, que la has comprado, yo no puedo ayudarte.
-Tienes razón, Paz. Tienes que recoger el lavaplatos.
-Ah, sí.

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